23 julio, 2019
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El Nuevo Salitral es un viejo sufrimiento

 

 

El 5 de julio tomó estado público una problemática que hasta ese momento se había mantenido subterránea: cientos de vecinas y vecinos santarroseños no tienen dónde vivir. Al principio una, dos, tres, cuatro, veinte familias decidieron tomar y dividir terrenos fiscales en el noroeste de la ciudad, sobre la calle Gobernador Duval. Hoy son alrededor de 500 personas las que asentaron sus pocas pertenencias y se plantaron allí por un pedazo de tierra. El lugar fue nombrado como “El  Nuevo Salitral” y se ubica a la vera de la Laguna Don Tomás. 

 

“Siempre vivimos en Santa Rosa, somos 5 en mi familia, mi hija de 15 años está embarazada de dos meses y  mi marido es albañil, pero no hay trabajo. Pagábamos un alquiler de $10.000, ya no podemos pagarlo. Estamos comiendo los alimentos vencidos que descartan los Supermercados en el basurero. También nos vestimos con lo que encontramos ahí”, nos cuenta Graciela Insaurralde, mientras prepara la olla popular y le indica a su hija cómo organizar la ropa para el roperito comunitario.

 

La Municipalidad  de Santa Rosa dice que esos terrenos son inundables, pero no ofrece ninguna alternativa. Fiel a la ideología de un Radical de Cambiemos, el Intendente mandó a criminalizar la pobreza y denunció a los vecinos en la Fiscalía. Ningún funcionario se hizo presente en el lugar, ni aquellos que asumirán el gobierno municipal en diciembre, nadie de la Provincia, tampoco de Nación. Se ve que no quieren ver pobres, prefieren hablar  de “esa gente” en los medios de comunicación. 

 

Sin embargo la solidaridad del pueblo  siempre está vigente y es así que las organizaciones sociales, populares, villeras, acostumbradas a mirarnos en los ojos de los compañeros y compañeras que deciden luchar por sus derechos, estamos acompañando cada asamblea del Nuevo Salitral, escuchando a los de abajo que reclaman pan, techo y trabajo. 

 

 

 

 

Quienes sostienen la toma están decididos a quedarse. De todos modos, no tienen dónde ir. La gran mayoría son familias de la zona norte de la ciudad, familias que sufren desde hace generaciones la pobreza estructural. Trabajadores de la construcción, trabajadoras de casas particulares, lavacoches, changarines y mujeres que huyen de la violencia de género. Desocupados, nuevos pobres, los pobres de siempre, los que no tienen tierra y se cansaron del hacinamiento. “Queremos que nos den materiales, que rellenen los terrenos que están en el bajo y que de a poco esto se vaya convirtiendo en nuestro barrio”, dice el compañero de Graciela mientras remueve la tierra y prepara algo de cemento. 

 

En el mes de abril, la provincia entregó las 1009 viviendas sociales que corresponden al último programa nacional que llegó a La Pampa. Desde 2015 ningún otro programa se puso en funcionamiento con fondos nacionales. Las autoridades del Instituto Provincial de la vivienda reconocieron públicamente que hay más de 2600 personas inscriptas como aspirantes. El municipio no tiene políticas públicas habitacionales. 

 

“El Estado tendría que estar ayudándonos, nosotros queremos soluciones políticas. Desde que empezó el gobierno de Macri nuestra vida empeoró y hasta ahora ni los oficialistas ni los opositores se acercaron”, dice Daniela Lang, otra de las vecinas que está ahí junto a  sus dos hijas pequeñas. Tampoco podrá continuar pagando el alquiler, tiene que elegir entre eso o darles de comer. 

 

“Decidimos venir al asentamiento, tomar pacíficamente un pedazo de terreno y empezar a levantar algo. Mucha gente dice que esto es un villerío y que en Santa Rosa nunca hubo villas. Yo les digo que sí, que estamos organizando una villa, somos la primera y eso no tiene nada de malo. Somos personas que queremos un futuro para nuestros hijos”, nos sonríe Daniela.

 

Este impulso, nacido de la necesidad, alentó a otras familias de la ciudad a tomar la misma decisión: otros dos asentamientos se conformaron en los últimos días. Uno, cercano al barrio Santa María de La Pampa, donde ya hay 150 personas; otro, en Villa Germinal, en el que 10 familias comenzaron a limpiar y  repartir la tierra.  

 

Desde nuestra asamblea santarroseña, exigimos que se haga presente el Estado que brilla por su indiferencia. Exigimos tierra y casas para los sin techo: acá nadie va a renunciar a ese derecho.

 

 

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