*Por Jovanna Salazar Fernández, reprimida en Santiago junto con su compañero, que recibió un disparo.
Moisés, mi pareja, fue internado nuevamente ayer por riesgos de infección en la herida, aunque tres días atrás le habían dado el alta. Desde el 19 de octubre estuvo internado y permanece con un perdigón de metal en la cabeza; no se lo pueden sacar, ya que correría peligro su vida si lo intentaran, debido a que se encuentra cerca del quiasma óptico. Ese disparo de Carabineros le quitó la vista del ojo izquierdo, que no podrá recuperar, y le generó un gran daño en el tercer par craneal. No sabemos si le traerá secuelas neurológicas.
Aquel día nos habíamos movilizado porque el descontento es demasiado y sabemos que la única forma de lograr un cambio es saliendo a la calle. Estábamos manifestándonos pacíficamente con amigos, sin hacer desmanes; yo solo había llevado mi cuchara de palo para hacer ruido. Nos movimos hacia el cruce de Vicuña con Santa Isabel, donde había poca gente con cacerolas. Había una barricada, pero todo estaba en paz dentro del caos: pasaban autos particulares y nadie los atacaba. Luego comenzaron a aparecer uniformados que nos tiraban bombas lacrimógenas por doquier. Se formó una cortina de humo; de pronto los vimos encima y nos tiraron los gases cada vez más cerca; le grité “vámonos” a mi pololo y me adelanté corriendo contra el tránsito; llegué a la esquina, donde escuché decir a unas niñas que “le dispararon a alguien y cayó”. Con mi amiga nos fuimos, avisándole por mensaje a mi compañero que lo esperábamos en el departamento, que queda cerca, y ahí ella se enteró que el herido era él. Partimos a la urgencia y el médico me confirmó que estaba grave y que quedaría con secuelas.
Desde esa noche no somos los mismos. Si bien él está consciente, todavía no está en condiciones de hablar y debe hacer reposo absoluto. Sin embargo, estamos felices de ver tanta gente en las calles gritando para que haya un cambio, para que nos respeten, para que nos escuchen. Chile despertó de una somnolencia llena de abusos, que nos llevaron a manifestarnos pacíficamente porque es insólito que el ministro de economía sugiera que te levantes más temprano para que el metro te salga más barato. Es un insulto, una falta de respeto porque, supuestamente, nos representan y en realidad nos sentimos vulnerados.
Seguiremos de pie, luchando para que la educación sea gratuita y de calidad y por los abuelitos, que tienen una pensión pésima de 138 mil pesos, que equivale a 186 dólares, ¿quién puede vivir con ese dinero? Necesitamos urgente que obedezcan a la sociedad…
¡Asamblea constituyente para nuestra dignidad!