20 junio, 2020
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"Sobrevivir sin mí hija"


 
* Por Paola Eugenia Morales, mamá de Silvia Maldonado, asesinada por la Policía de Santiago del Estero.
 
Desde el 18 de junio de 2019 tengo el corazón de madre partido y desolado. No tengo consuelo. El domingo 16 de junio de ese año, personal de la comisaría 5ta de Santiago del Estero se presentó en mi domicilio por un presunto hurto de herramientas y pretendían entrar sin una orden judicial. En ese momento yo no estaba, por eso mi hija Silvia, que tenía 17 años, junto a sus hermanas Ariana, de 14 y Xiomara, de 10, se opusieron rotundamente a la entrada de los siete uniformados. Trataban de mantener la puerta cerrada, pero ellos derribaron con violencia, atemorizando a mis hijas mediante gritos y apuntándolas con armas de fuego.
 
A pesar de derribarla, se retiraron ante los gritos de terror de mis niñas, quienes salieron a la vereda mientras los oficiales se retiraban. En ese momento, el cabo José Miguel Abraham tomó una escopeta tipo Ithaca y apuntó al pecho de Silvia; al trabarse, extrajo su pistola reglamentaria calibre 9 mm y disparó una bala que impactó en la frente de mi hija y fracturó la vida de todos nosotros. Dos días después, falleció en el Policlínico Dr. Ramón Carrillo, a donde la llevaron una vez que llegó al Hospital Independencia, trasladada en motocicleta por los propios vecinos. ¿La Policía? Huyó después del disparo.
 
Los días son muy difíciles, sobre todo porque mi nieta de 3 años, hija de Silvia, vio todo. Ahora le tiene terror a las fuerzas de seguridad. “¡Ahí está la Policía! ¡Ahí está la Policía! ¡Entren, entren, entren!” grita cada vez que los ve o escucha la sirena. Ahora todo está paralizado por la pandemia. El pasado 3 de junio tuvimos una audiencia a pedido del asesino, que quería ser excarcelado. Mi abogada dice que se la negaron, y también el cambio de carátula, pero los otros seis cómplices imputados siguen en libertad, sólo están suspendidos en el ejercicio.
 
Son muchos los dolores, no sólo la falta de ella en el día a día. El Estado hizo un abandono total de mis nietos. Yo no tengo asignación y me angustia no poder darles comida y abrigo, es una pesadilla que no termina. El gobernador Zamora me ofreció su número de teléfono para cualquier necesidad, pero hasta el día de hoy nunca me atendió. Sólo encontré soluciones en las organizaciones. Yo sólo quiero un trabajo para solventar los gastos de mis nietos y poder tener una casa digna.
 
A veces, en secreto, pienso que no es justo que estemos en calle cruzando los rostros de esos que fragmentan nuestras vidas, que siguen respirando el mismo aire y viendo el mismo sol que le quitaron a Silvia. Espero que los jueces le den prisión perpetua al asesino y que el Estado revise en manos de quiénes deposita armas. ¡No voy a dejar de gritar que ese sol es de nuestras niñas!

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