* Por Cristina Castro, madre de Facundo Astudillo Castro, desaparecido hace más de dos meses.
Facundo tiene 22 años, salió de nuestra casa desde Pedro Luro, provincia de Buenos Aires, hacia Bahía Blanca para ver a su ex novia de quien se había separado en febrero; planeaba arreglar las cosas. Ese mediodía del 30 de abril, mientras trabajaba, me llamaron para decirme que le habían labrado un acta por romper la cuarentena. Ese mismo día a las 13hs fue la última llamada que recibí de él, que no se me va de la cabeza: “Mamá, vos no tenés idea dónde estoy», «no me vas a volver a ver más”. Él no me llamaba mamá, me decía bruja, tendría que haberlo advertido, pero estaba enojada porque se había ido. Oí ruidos raros, se sintió como si tirara el celular o se lo arrebataran; por eso, en el rastrillaje yo buscaba los restos, pensando que podrían estar en el piso. Desde ese día Facu no se conectó más.
Pasaron los días y los amigos empezaron a alarmarse, ya que nunca dejaba de estar en contacto con ellos. Su ex novia aseguró que nunca llegó y vimos que tampoco se había vuelto a conectar a las redes sociales y nos pareció rarísimo porque su teléfono era una parte de su cuerpo. Sus amigos intentaron hacer la denuncia por “averiguación de paradero”, pero no los dejaron porque no son familia y yo recién pude concretar el pedido el 5 de junio, porque estaban «corroborando algunos datos».
Lo cierto es que toda la investigación es muy rara y tiene inconsistencias. En los rastrillajes intentamos entrar a los pueblos por los que supuestamente había pasado, aunque no pudimos; la Policía armó un operativo y nos negó el acceso. También ahí notamos que la ubicación revelada por los uniformados que lo demoraron no era la misma que figuraba en el acta. Tuvimos que hacer todo el seguimiento desde la ruta y los testimonios se contradicen: un oficial primero declaró que una camioneta de la Policía lo levantó y salió en dirección a Bahía Blanca; cuatro días después, cambió el testimonio diciendo que en realidad se fue caminando. El 27 de junio, 3 testigos distintos nos aseguraron que el 30 de abril vieron cómo lo subían a un patrullero alrededor de las 15hs, cerca del ingreso de la localidad de Mayor Buratovich. Los tres vecinos se habían presentado en la comisaría de Pedro Luro para dar su testimonio, pero nunca los llamaron a declarar.
Un oficial de Teniente Origone declaró que aquel día vio a Facu caminando a la vera de la ruta y lo dejó seguir porque ya le habían hecho un acta. En cuarentena, si te para la Policía, te lleva a tu casa y te pone una custodia, pero a él lo dejaron seguir dos veces.
Estamos devastados. Nadie de la Intendencia de Pedro Luro se acercó, sólo recibimos el abrazo de los organismos de Derechos Humanos, con quienes pudimos presentar una denuncia penal por «desaparición forzada», en la que exigimos, así como grito hoy, que la Policía Bonaerense sea apartada de la investigación. Además, como madre, necesito respuestas urgentes de los responsables del comportamiento de las Fuerzas de Seguridad implicadas.
Las personas no se pierden y acá, en estos pequeños pueblos apostados a la orilla de la ruta, nos conocemos todos. Yo sé que a Facu le pasó algo, me lo dice mi corazón de mamá. Mi alma está partida en dos. Sé que tengo la posibilidad de no encontrar a mi hijo con vida, pero por lo menos quiero que la Policía tenga la decencia de decirme qué hicieron con él. Necesito saber la verdad. Necesito saber qué pasó con mi hijo.