Desde hace muchos meses venimos gritando para defender este espacio tan preciado, un programa educativo para adultos mayores que tiene gran injerencia para los barrios populares ya que hacia aquí estaba dirigido. Organizado en más de 1.500 comisiones, tenía cerca de 25.000 inscriptos y 10.000 docentes. Se apoyaba en el trabajo colectivo de un docente, un instructor idóneo en el oficio del caso, y un tutor con experiencia y vínculos territoriales, cuya función era la de acompañar a los alumnos, individual y colectivamente, acompañando y ayudándolos a superar las dificultades que pudieran impedir seguir adelante: trabajos que se pierden, violencia intrafamiliar o institucional, hijos que se enferman, garrafas que se acaban, servicios básicos que no están, alimentos que no alcanzan.
Desde nuestra asamblea marplatense en el barrio Las Dalias co-gestionamos con la Sociedad de Fomento, un Secundario con Oficios para las vecinas y vecinos, que ahora también está cerrado. «Asistían estudiantes con un promedio de 35 años de edad que son personas con responsabilidades, muchos de ellos a cargo de una familia que además de terminar el secundario encontraban en el programa la posibilidad de aprender un oficio y con eso tener una salida laboral. No es poco. Aquí, el oficio dio lugar a una cooperativa de huerta que ya es fuente de ingresos para 7 familias de alumnos”, cuenta Vanina Lacaria, tutora del Secundario.
Mar del Plata es parte de la región donde se produjo el crecimiento más importante del programa. “Esto abrió la posibilidad de completar sus estudios a mucha gente que no puede salir del barrio para estudiar porque debe atender a sus hijos, o porque está sin laburo y el transporte es carísimo”, cuenta Facundo Orts, quien era instructor en huerta de este espacio.
María Noriega, de 41 años y madre de dos niños, parte de la asamblea de Las Dalias, alumna e integrante de la cooperativa de huerta, agrega: “El secundario es una etapa que mis compañeros y yo dejamos inconclusa de chicos, tuvimos que salir a laburar para bancar los hogares, y retomarlo despierta muchas ilusiones. Yo en otro momento quise seguir una carrera, pero con la familia se me hizo difícil y ésta era otra oportunidad”.
La medida de cerrar el Secundario con Oficios no acuerda con la propuesta de las y los alumnos además de dejar sin empleo a 10.000 personas en todo el país. ¿Y saben qué? Esto nos duele, sí y mucho, porque clausuraron una forma accesible y cercana de estudiar. Nos negaron una oportunidad que ofrecía un salida laboral y articulaba personas y colectivos en los territorios. María sintetiza esa bronca que es de todo un barrio que anhelaba transformar su realidad a través de la educación: “Es muy triste e injusto que esto no siga. Tratábamos de cumplir un sueño para seguir adelante y poder pensar en las y los otros”.