* Por Mirna Lisette Martinez González, hermana de Franco Martínez.
Hoy se cumple un mes de la aparición del cuerpo de mi hermano y toda la familia está muy mal. Primero, porque lo buscábamos con vida desde el momento en que desapareció; y lo encontramos muerto. Segundo, por cómo se creó un escenario falso sobre su muerte. Franco apenas tenía 21 años, era un chico tranquilo, tímido y trabajador. La última vez que supimos de él, fue el 23 de julio en Villa Albertina, Lomas de Zamora. Dos días después hicimos la denuncia en la Comisaría N°10 de esa localidad y tomó intervención la Fiscalía N°16. Recién a los 10 días de su desaparición, debido a toda la presión que ejercimos con las movilizaciones y abogados de la causa, la Policía empezó los operativos de rastrillaje. Sentíamos que si no hacíamos ruido, no nos iban a escuchar.
Tuvieron que pasar 20 días desde la desaparición de Franco para que podamos acceder a las cámaras de seguridad donde se lo ve subiendo a un colectivo. Ahí nos enteramos que él había sacado dos permisos de circulación: uno hacia Capital Federal y otro hacia Almirante Brown, donde iba a visitarme. El único viaje que realizó, según la SUBE, fue en la Línea 20 con destino a Retiro. Nosotros creemos que llegó hasta la terminal, pero no pudimos tener acceso a las cámaras de seguridad de CABA.
El 20 de agosto, casi un mes después, nuestro mayor temor se volvió realidad: el cuerpo de Franco apareció ahorcado en un árbol en la Reserva Ecológica de la Ciudad. Nos avisaron recién al día siguiente y el sábado pudimos ingresar con mi familia para ver el cuerpo. Para ese entonces, ya estaba irreconocible por el estado de descomposición que tenía. Cuando mis hermanos vieron las prendas, le pidieron al personal de la morgue que revise los bolsillos, adentro estaba su tarjeta SUBE, el DNI y su dinero, de lo que no habían tomado notificación, a pesar de previamente haber sacado su celular de esos mismos bolsillos.
Como no notificaron el DNI, mi hermano había sido declarado como NN y se le realizó una autopsia preliminar sin nuestro consentimiento. Viendo esto, mis otros hermanos se acercaron a la Comisaría Primera E de CABA para hacer la denuncia, pero no se la tomaron. Los resultados de esa autopsia no coinciden con las pericias que realizó el primer perito forense en donde fue encontrado; según él, la asfixia se produjo antes de que lo ahorcaran.
Es improbable que se haya quitado la vida. Por el horario en que se tomó el colectivo, hubiese llegado a la reserva cerca de las 20hs, y en julio oscurece muy temprano. Sin luz es imposible que haya subido a un árbol tan alto, con una soga tan pesada y haciendo un nudo tan particular. Para toda nuestra familia, cada detalle indica que fue un homicidio. Lo difícil es comprobar quién y por qué, por eso es tan importante ver las cámaras de la Reserva Ecológica y las pericias de su celular.
Ante todas estas irregularidades, nos vemos en la obligación de gritar para que nuestro reclamo se visibilice: ¡esclarecimiento de los hechos y justicia por Franco!