Hoy gritamos, otra vez, desde el barrio con la garganta del pueblo cubano.
“Pues compartiendo los ideales, por encima de los bienes materiales, nada podrá separarnos de ustedes”, ni las redes, ni la represión, ni la guerra, ni los misterios, “ni las paredes de la prisión, ni la tierra de los cementerios”. Alca, Alca, al carajo el periodismo servil y todas sus noticias, “porque cuando llora un pueblo, tiemblan las injusticias”. ¿O tanto nos cuesta mirar? Cualquier hijo de rico puede viajar al cortejo inmaculado de Davos, “pero fíjense qué lejos hemos llegado estos esclavos”, militando la paz de todos nosotros, frente al altar del egoísmo: “Si no sabe luchar por los otros, no sabe luchar por sí mismo”. Salió, entró y triunfó, aunque los televisores hablen de “letargo”, sin interpelar a los ejecutores de un embargo pergeñado desde el infierno, “que hubiera derrocado a cualquier otro gobierno”. Ni promesas sobre el bidet, ni dinosaurios por desaparecer: “Para poder usar Internet, hace falta saber leer”. Muy bien: “Para ser libre, también”. Y por eso, sin malgastar en publicidad ni un solo peso, Cuba se volvió antónimo de arrogancia y sinónimo de educación: “La ignorancia será siempre una aliada de la opresión”.
Ni libertad sin panes, ni panes sin libertad, podrían conformar los planes de una dignidad capaz de sobrevivir, sin nunca retroceder: “Nosotros sabemos resistir, pero además sabemos vencer”. Bajo el siniestro y oscuro techo de los tiranos, “nuestro futuro será siempre de los cubanos”.
?? Extractos de nuestra revista Nº 66, «Fidelidad», con textuales del entrañable Fidel.
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