14 enero, 2018
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Bianco, ¡vos tampoco dormís nunca más!

 
Durante la tarde del miércoles 10 de enero, sobre la calle Rosas (entre Melon Gil y Jorge Newbery) de la ciudad balnearia de Mar de Ajó, se realizó una jornada artística al lado de una vigilia, instalada el pasado viernes 5 de enero por la Comisión por la Memoria del Partido de la Costa, en repudio a la posible presencia del genocida Norberto Atilio Bianco, condenado por la apropiación de niños nacidos en cautiverio en Campo de Mayo durante la última dictadura cívico militar.
 
 
Durante el quinto día consecutivo de actividades, la señalización y el escrache sucedieron frente a la casa que Bianco eligió para veranear, a través del beneficio que le otorgaron los jueces Julio Luis Panelo y Fernando Canero, en plena feria judicial. Son ellos los mismos responsables de haber favorecido, días atrás, con la prisión domiciliaria a Miguel Etchecolatz. Por medio de la protesta social, bajo la consigna “La Costa Libre de Genocidas”, se logró que el médico del horror aún no se instale en la casa de Rosas 223.
 
 
 
 
 
En la extensa jornada de lucha, participaron representantes de diferentes organismos de derechos humanos, que tomaron el micrófono para pronunciarse ante tal injusticia. Cada orador contó su historia, su experiencia como detenidos, como hijos, como familiares. 
 
 
Por el escenario también transitaron diversos grupos artísticos. Fue una jornada llena de color, circo, música y danza donde el arte dio batalla contra la impunidad. Turistas y vecinos se acercaron con carteles, palabras, gritos de bronca y disconformidad ante la situación y de todo ese dolor, brotó el canto combativo: “Como a los nazis les va a pasar, adonde vayan los iremos a buscar”. Y el cierre estuvo a cargo de Nora Cortiñas, quien también estuvo presente en las jornadas de la semana pasada, cuando el pueblo protestaba contra el genocida Etchecolatz, en el Bosque Peralta Ramos de la ciudad de Mar del Plata.
 
 
Mar de Ajó no es una ciudad costera más: en esas playas aparecieron los cuerpos de tres madres que durante la búsqueda de sus familiares fueron detenidas y trasladadas a la ESMA para luego ser arrojadas al mar en los “vuelos de la muerte”. A 21 kilómetros, en Mar del Tuyú, Norita vio por última vez a su hijo Gustavo junto a su esposo, un domingo de Pascuas del 77.  «A veces, cuando la gente nos pregunta ‘¿Todavía siguen yendo a la plaza?’, les digo que seguiremos yendo hasta que no haya más impunidad, hasta que abran los archivos y nos digan qué pasó con nuestros hijos, hasta que todos los jóvenes a los que les robaron su identidad, la recuperen. Hasta que los sueños de nuestros hijos se cumplan». Su discurso llenó a la calle de anécdotas y esperanza, salpicando de vitalidad y fuerza para seguir en la lucha.
 
 
La vigilia continuará hasta que la Cámara de Casación brinde una resolución al pedido de apelación al fallo judicial, presentado por el intendente del partido de La Costa, Juan Pablo de Jesús.
 
 
Mientras tanto, el pueblo seguirá gritando como Norita: “A Batán, a Batán, a Batán…”, la única casa para un genocida es la cárcel.