El miércoles 10 de octubre miles de mujeres marchamos por las calles de Santiago del Estero para reclamar justicia por Alejandra Mattar y exigir al Estado políticas públicas para combatir la cultura patriarcal y machista que hace que nos sigan abusando, torturando y asesinando mujeres.
Alejandra tiene 31 años de edad y un hijo de siete. El sábado 6 de Octubre en Villa Atamisqui, fue llevada y engañada durante la madrugada por su propio sobrino hasta un baldío donde la esperaban varios hombres que intentaron violarla. Ella se resistió y comenzaron a golpearla, la cortaron con vidrios, la mordieron, le arrancaron el cabello, le destrozaron el cráneo y el rostro con un bloque de cemento y huyeron. Pero Alejandra sobrevivió. Se levantó como pudo y buscó ayuda. Cuando su familia llegó al hospital sólo pudieron reconocerla por su ropa. Fue internada en grave estado, y ahora evoluciona lentamente.
Rubén Eduardo ‘Tunita’ Stiburek, sobrino de Alejandra, y Pedro Reinaldo Chazarreta están detenidos e imputados de homicidio doblemente calificado por ensañamiento y alevosía, con violencia de género, en grado de tentativa.
«Estos varones criados por nuestra sociedad patriarcal, quisieron destruirla como se destruye un objeto, porque eso somos las mujeres para ellos, un objeto de su propiedad. En nuestra labor cotidiana comprobamos que nuestras casas son el lugar más peligroso para nosotras, pero en la vía pública también estamos en riesgo, sólo por ser mujeres», afirma Analía Santilli quien trabaja en el área de violencia de género de la Unidad de Atención Primaria de Salud ubicada en el Oeste de la ciudad capital. «Santiago del Estero es la tercera provincia con el más alto índice de femicidios en el país. Aún así la Dirección de género de la Provincia nunca contó con los recursos materiales y humanos necesarios. El Estado patriarcal queda en evidencia cuando decide en qué gastar el dinero. Si bien se han creado Juzgados de género, éstos son insuficientes y trabajan sobre los hechos ya consumados, es decir cuando ya nos torturaron o mataron. Necesitamos una política concreta para la prevención de la violencia que llegue a todas las familias en cada lugar de Santiago. Eso sólo puede hacerse con los recursos del Estado».
Por eso, exigimos al Estado que invierta en las políticas públicas con perspectiva de género y los organismos correspondientes, otorgando recursos para poder contener y proteger a nuestras mujeres.