* Por Nelson Cabrera, padrasto de Ignacio Seijas, baleado por el Grupo de Apoyo Departamental en Villa Albertina, Lomas de Zamora.
El sábado pasado estábamos durmiendo con mi familia cuando escuchamos un estruendo en la puerta que reventó el vidrio. Nos despertamos con el Grupo de Apoyo Departamental (GAD) apuntándonos a mí y a mi compañera, que tenía a nuestra bebé de dos años en sus brazos. Me dijeron que me tirara al piso, me redujeron, me esposaron con unos precintos y me pisaron la cabeza. Ignacio, mi hijastro de 17 años que estaba durmiendo, escuchó todos esos ruidos, abrió la puerta de su pieza con un cuchillo que funciona como picaporte y un policía, sin mediar palabra, le disparó en la cara. Le tiraron a matar sin dar la orden de alto ni intentar reducirlo, directamente le reventaron el ojo derecho, provocándole la pérdida definitiva de la visión.
Es una negligencia total, no saben proceder. Los policías tenían una orden de allanamiento emitida por un juez para Rawson 1802, pero hay seis departamentos en la altura del domicilio y no estaba aclarado a cuál tenían que entrar; en lugar de llamar al juzgado para corroborar, se metieron igual. Como en casa no encontraron nada de lo que buscaban, se metieron a la casa de al lado y a otra cruzando la esquina para agarrar cosas parecidas a las que estaban buscando. Se llevaron un freezer de un vecino que les explicó que tenía los papeles de la compra y objetos que no tenían que ver con la causa. Ayer devolvieron todo después de que intervinieron los fiscales, pero el ojo ya lo perdió. Hoy la pagó nuestro muchacho, pero mañana puede ser cualquiera. Esto no puede pasar desapercibido, como suele ocurrir. Le arruinaron la vida a Nacho de una forma muy salvaje.
Ahora estamos en la lucha para ser escuchados y que la UFI 8 de Lomas investigue a fondo para que este oficial sea juzgado como corresponde, hasta el final. Ellos son quienes están a cargo de la seguridad de la sociedad y entran a una casa de familia como nosotros y le cagan la vida a un pibe. Pueden romper toda la casa si quieren, no van a encontrar nada porque entraron a un hogar equivocado, pero no hay justificación para semejante violencia como principal medida.
Esto sucede desde que tengo uso de razón: pasan los años y las familias siguen llorando a sus familiares, a algún amigo, algún primo, alguien que estaba en el lugar y el momento equivocado y simplemente los matan. Por suerte Ignacio sigue vivo, pero hay muchos que ya no la pueden contar.
23 junio, 2020
, Buenos Aires
“Tiraron a matar sin dar la orden de alto”
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