* Por Ramona Rodríguez, vecina con coronavirus del Barrio Villegas de San Justo, La Matanza.
Tengo 53 años, soy población de riesgo por ser diabética tipo 1, insulinodependiente, hipertensa y padezco problemas cardíacos. El viernes 19 de junio empecé con síntomas de Covid-19: tos, dolor de garganta y de cuerpo; me acosté con 37.5° de fiebre, pero amanecí con el mismo malestar. Llamé incansablemente al 148, aclarando que soy paciente de riesgo; cuando llegó la ambulancia para atenderme, el médico descartó automáticamente el virus porque me había bajado la temperatura y me diagnosticó faringitis. Me quedé tranquila por la respuesta, tomé el antibiótico que me recetó y continué asistiendo a mi madre de 83 años junto con mi hermana y compartiendo mi casa con mis hijas, que son cuidadoras de adultos mayores.
El lunes ya había perdido el gusto y el olfato, me había subido la temperatura nuevamente y nos preocupamos mucho: mis hijas Mariana y Candela volvieron de su trabajo porque tenían síntomas. ¡Estaban acompañando a personas de 83, 94 y 96 años! Gracias al Padre Tano, al día siguiente me atendió un médico de los curas villeros y me llevó al Paroissien para que al fin me hisoparan. Como desde el hospital no me garantizaron el regreso, volví en remís, con un conductor que no tenía protección y le recomendé que se aislara.
El jueves, ya en cuarentena absoluta en mi casa, el doctor del barrio me confirmó el resultado positivo, a pesar de no haber recibido ningún aviso del hospital ni respuesta del 148. Mi estado de salud empeoraba y también el de mi madre, que sufría dificultades para respirar y fue trasladada para que la atendieran: esperó en la ambulancia desde las 23 hasta las 4:30 de la madrugada por falta de camas, para luego ser derivada al Hospital Posadas; el sábado nos confirmaron que tiene coronavirus. A mis 4 hijas, todas con síntomas, una de ellas población de riesgo, desde el 148 las pusieron en lista de espera para el hisopado.
El último viernes, una semana después de todo este tormento, el 148 me exigió el resultado del PCR, pero recién lo tuve a las 18hs, cuando ya cursaba una neumonía. Me tuvieron dando vueltas en ambulancia 3 horas porque no había lugar en ningún lado, hasta que me recibieron en el Hospital Balestrini y me dejaron en una cama improvisada dentro de un consultorio externo sin baño. Ya me derivaron al Sanatorio Antártida de CABA y sigo acá, muy preocupada porque mi hermana es paciente oncológica, ingresó al hospital por una infección pulmonar y está esperando el resultado del segundo test; mi madre, insulinodependiente, también permanece internada; mis hijas volvieron a llamar al 148 para que las hisoparan, pero les contestaron que ya están en espera, que no insistan.
Esta situación se podría haber evitado si me hubieran testeado el primer día por considerarme caso sospechoso, como sugiere la última actualización del protocolo que presentó la Provincia de Buenos Aires el 17 de junio; el virus no se habría propagado de este modo, amenazando a toda mi familia y poniendo en peligro a tantas personas.