Para Lito Costilla el siete de octubre pasado era un día de celebración: se cumplía un aniversario más de casados con su esposa y decidieron festejarlo con su familia y amigos en Tolosa, La Plata, donde vivían con sus cinco hijos. Al terminar la cena, llevó a un amigo a su casa y avisó que estaba volviendo a su domicilio. Alrededor de las 23:40hs, le llegó a Daiana, su hermana, un mensaje de una vecina contándole que Lito había tenido un accidente y había fallecido. La verdadera historia la conocimos después.
Lito fue perseguido por tres oficiales locales: Damián Antonio Aquino, Mauricio Rodríguez Medina y Sergio Zefferino Martínez. Los tres estaban junto a su cuerpo cuando su familia se acercó y fueron quienes explicaron el supuesto accidente. Sin embargo, los vecinos de la zona empezaron a advertir que los policías mentían: “Nosotros no entendíamos nada. Buscábamos un auto, o algo con lo que él se haya accidentado, pero no había nada”, contó Daiana. Para peor, redactaron un acta donde dijeron que llegaron al lugar tras ver a un chico en el suelo; dijeron que suponían que conducía a alta velocidad, y que al agarrar un pozo salió despedido.
Fue posteriormente que las cámaras de seguridad mostraron cómo estos oficiales lo persiguieron por veinte cuadras, sin luces. Un testigo declaró que uno de estos tres efectivos puso su moto a la par de Lito y le pegó una patada, provocando que perdiera el equilibrio y terminara cayendo. Fue encontrado con todos los huesos del cráneo, costillas y tabique fracturados, pero la ropa no estaba raspada y las pericias dicen que iba a no más de 30 kilómetros por hora. Se confirmó que desde las Fuerzas de Seguridad falsificaron declaraciones, actas y que los agentes apagaron las luces para perseguir a una persona que transitaba normalmente. Pese a esto, al día de hoy, sólo hay tres policías separados de sus cargos, provisoriamente: ¡no existe imputación!
“La Policía maltrata, hostiga, tortura. Hay quienes no tienen la posibilidad o que directamente tienen miedo de denunciar, entonces la lucha no es sólo por mi hermano, sino por un montón de chicos más. Esto no tiene que volver a pasar jamás”, aseguró Daiana. Lito tenía 28 años, trabajaba haciendo delivery, era tímido y muy querido en su barrio. Era un hijo, un amigo, un padre, un esposo; un pibe familiero que vivía arriba de su moto, porque era la herramienta que le permitía llevar el pan a casa. De la noche a la mañana fue arrebatado a sus seres queridos y hace 8 meses que no hay respuestas, ni consuelo posible. Sólo el recuerdo del tiempo compartido y la convicción de seguir luchando por justicia.