La Poderosa anda por los barrios fomentando siempre el respeto a la diversidad, mientras trabaja, debate y reflexiona en busca de la receta para volver a darnos las manos latinoamericanas, mirándonos a los ojos. No es fácil, para un vecino de Zavaleta, o para un miembro de La Poderosa, trabajar acertadamente para el fortalecimiento de un barrio que no es su barrio, siempre fiel a la educación popular, sin caer en el asistencialismo, ni en el proteccionismo, pero mucho más difícil es no laburar para eso, como si nada tuviera que ver Barracas con Retiro, Iruya con La Higuera, Fray Bentos con Gualeguaychú, Santiago con Asunción, o Cuba con Nicaragua. Sin violaciones culturales, ni conquistadores, ni mentes iluminadas, nos vamos acercando, descubriendo y transformando en el laburo barrial, tan simple como eso y tan complejo como toda construcción que crezca con ladrillos de compromiso.
Zavaleta y La Poderosa empezaron a recorrer juntos, hace 3 años, un mismo camino rumbo a la integración y un desarrollo que no puede ser protagonizado por nadie más que los vecinos de cada barrio, los trabajadores de cada pueblo, o los soñadores de cada ciudad. Por bien que vean los ojos ajenos, con anteojos importados, no hay microscopio que permita estudiar la cultura que no se respira, para manipularla como si fuera una empresa que apenas busca lucrar.

La Poderosa no está formada por miembros de una sola región, ni de una sola comunidad, ni de una sola religión, sino que está asentada sobre la base y el horizonte de una utopía que nos encuentra. Desde el barrio de cada uno, peleamos por recuperar lo que nunca cedimos y, desde afuera de otras comunidades u organizaciones de compañeros, aportamos y apostamos a construir la autonomía y el fortalecimiento de cada región, con herramientas que nos han robado, o que se le olvidan al Estado, y con proyectos colectivos que nos hacen caminar, como una gran manifestación social.
En ese equilibrio, del respeto y la autonomía, de la presencia sin prepotencia, del potrero sin puntero, de la conciencia sin licencia, del trabajo sin relajo, de la integración sin violación, de la reflexión con acción, nos hemos ido enredando La Poderosa y Zavaleta; primero, en una identidad común que nos hace sentir parte de una misma realidad; después, en una lucha común que nos hace sentir parte de un mismo equipo; y el domingo último, en una fiesta comunitaria de fin de año, con una bandera común pintada por los vecinos, que nos llena de orgullo, de convicción y de nafta.

Facebook

Pinterest

Twitter

Linkedin

Email