* Por Martín, hijo de Omar Ozán, desaparecido desde 1976.
Ya pasaron 40, cuarenta años de ese golpe cívico militar que marcó con dolor a toda una generación desaparecida. Y a las que vinimos después. Entre ellos, entre ellas, estás vos, papá. Casi cuatro décadas, desde que te arrancaron de tu trabajo, de tu lucha, de tus amigos, de tus afectos, de tu familia, de tus sueños. De mí. No hay un solo día, ni uno solo, viejo, en el que algún pensamiento no haya sido para vos.
Hoy, desde acá, con la garganta más poderosa que pude afilar, quiero gritar que todos esos enfermos de poder y de patriotismo berreta, ésos que mataron, ésos que torturaron, ésos que vaciaron el país, hicieron todo mal: las luchas y los sueños, reaparecen igual.
¿Pero cómo te lo digo, viejo?
Acá, en San Rafael, nos siguen gobernando los Félix, sí, los hijos de esos que gobernaron en tu época, los herederos del viejo Chafí Félix, el colaboracionista, el entregador de compañeros, el que se murió protegido, el que no pudo ser juzgado. Pues acá, en Mendoza, en sus Fuerzas de Seguridad, las prácticas represivas siguen vigente, sólo que ahora las llaman “seguridad para la gente”.
La portación de rostro y la condición social siguen siendo los factores que determinan la suerte. Pero sí, en 40 años nos hicimos más fuertes. Mamá también. Mi vieja, tu compañera, hoy está bien. Me dice que le cuesta mucho imaginarte, porque hasta yo tengo ahora algunos años más de los que tenías vos, cuando dejaste de estar a nuestro lado físicamente, pero en todos los actos gritan que estás ahí presente. Y tienen razón.
Te abrazo, viejo.
Te abrazo con todo mi corazón.