* Experiencia del taller de Educación Popular de La Poderosa, Chalet, Santa Fe.
Acompañadas por el sol abrasante de las dos y media de la tarde, salimos desde nuestra casita Poderosa por las calles, en su mayoría con falta de urbanización, del fondo de Barrio Chalet. Las compañeras nos dividimos en dos grupos; uno se encarga de buscar a las niñas y niños y el otro, se queda en el espacio del taller preparando la merienda y los elementos necesarios para las dinámicas proyectadas para el sábado en curso. Algunas vecinas del barrio se acercan también, en un esfuerzo por profundizar sus saberes, y de esta manera, acceder a palabras, números y reflexiones que posibiliten, entre otras cosas, un mejoramiento de sus cooperativas recién gestadas.
Paso a paso por las calles de tierra cercanas al zanjón chaletense, la vista despierta recuerdos: allá por 2017, cuando se pensó en un espacio desde el barrio y para el barrio; las ganas y las ideas eran inmensas, poderosas, para esas cuatro personas que iniciaban su recorrido por las mismas calles, convocando a una experiencia que intentaba ir más allá del apoyo escolar, con el objetivo puesto en una pedagogía anclada en la realidad social que permitiera ser repensada a cada paso, desde la voz activa de cada una de las personas participantes, sean estas niñas, niños, adolescentes o adultas. Es entonces que, en relación directa con nuestra militancia y nuestra lucha, se proyectaron diferentes ejes y temáticas que atravesaran el barrio y nos permitieran poner en cuestión a través de juegos, lecturas, pinturas, películas y asambleas, diferentes problemáticas específicas como: violencia de género, violencia entre pares, identidad barrial, orgullo villero y disidencias sexuales para posibilitar infancias libres.
Volviendo a “La Casita” de la mano, nos disponemos a la actividad del día: ya son las cuatro y leemos la maravillosa edición n° 9 de Antiprincesas de Chirimbote. En este caso, Susy Shock nos cuenta su vida y al mismo tiempo, la de diferentes referentas de la lucha trans y travesti. Se abre un debate rico en saberes e ideas personales, y el relato de experiencias acerca de la problemática propuesta. A continuación, proponemos escribir-dibujar-expresar con acrílicos y pinceles las sensaciones e ideas en cerámicas blancas. La producción resulta asombrosa: algunos deciden pintar a Susy siendo niñe, otras a Diana (Sacayán), a Marlene (Wayar), a Lohana (Berkins) o a nuestra referenta barrial disidente, Vicky (Stéfano). La Vicky de todos los días se convierte de repente en idea y en cerámica, producto de un trazo de siete añitos recién cumplidos. Al mismo tiempo, la bandera multicolor del orgullo puebla también las producciones de la mesa.
Al finalizar, y mientras repartimos las tazas con chocolatada y los platos con masitas, les contamos que con las cerámicas acondicionaremos la habitación donde funciona el taller, por un lado porque es necesario mejorarlo y por otro, porque ese es nuestro espacio y las ideas que de allí surjan en adelante queremos gritarlas, publicarlas, mostrarlas para que otros y otras también se animen a decir con la misma fuerza.
Las vecinas que trabajan al mismo tiempo en el otro espacio, se suman a la merienda conjunta y a la reflexión final, pero el reloj marca un cuarto pasadas las cinco y es necesario despedirse. Las ideas producidas en forma de cerámica quedan secándose hasta el próximo encuentro y el abrazo se renueva una vez más, con la certeza de que un futuro con libertad de expresión es posible.