* Por José Almeida. Fotógrafo y uno de los 65 periodistas que fueron despedidos del Diario Clarín.
Arranqué cubriendo la sección deportiva del diario hace 18 años, y con el tiempo mi trabajo se amplió a otras secciones, pero siempre laburando desde Santa Fe, la ciudad donde nací. El 17 de abril pasado recibí una llamada en la que se me comunicaba su desvinculación del diario. Ese mismo día, algunos de mis colegas de Buenos Aires llegaban como todas las mañanas a la redacción y se encontraban con vallas, oficiales de seguridad y una lista con sus nombres.
A mí me llamaron por teléfono. Colón había jugado la noche anterior, yo había hecho la cobertura y me acosté tardísimo. Me levanté como a las 10 y recibí una llamada: “Hola, te hablo de Clarín. Te llamaba para ver cuándo podemos concertar una reunión para hablar de tu desvinculación del diario», me dijeron. Enseguida le expliqué que yo no me estaba por desvincular. Después, hablando con otros compañeros me contaron que con ellos fue similar. Llamaron por teléfono y mandaron telegramas. Fue una cosa muy agresiva.
Mi relación con la fotografía había arrancado en mi juventud. Mi viejo tenía una cámara y sacaba fotos como hobbie. Cuando terminó la secundaria, empecé a trabajar en el Jockey Club. Me llamaban mucho la atención las fotos de los caballos de carrera, entonces cada tanto le pedía la cámara a mi viejo y me iba al hipódromo a sacar fotos. Ahí me contactó Pepe Moncada, que escribía en Diario La Provincia. Fue mi primer experiencia de precarización en los medios, laurábamos en negro: el dueño era un formoseño que no te pagaba nada. Te daba la película y los materiales y decía «bueno, acá van a aprender a trabajar y no les vamos a cobrar».
En 2001 empecé a trabajar en Diario Olé, que es de Clarín. Siempre desde Santa Fe, viajando por toda la zona. El empleador es Agea, que tiene Clarín, Olé, Para Ti, entonces aportaba para distintos medios. El trabajo más impactacte que me tocó hacer llegó en el año 2003: me tocó cubrir la inundación de mi ciudad. Una cosa es verlo, y otra era estar ahí, siendo parte de registros por los que todavía se pide justicia.
Pero parece que 18 años de antigüedad no fueron suficientes para despedirnos sin previo aviso junto a otros 64 colegas.
Yo me la veía venir en cierta medida. Acá en Santa Fe no quedó nadie. La reducción de personal le baja la calidad al medio, y hace que los que quedan tengan que hacer más cosas por el mismo salario que cobraban antes. En Clarín había editores de fotografía en cada sección, ahora las fotos las elige cualquiera. Además, no es una empresa que necesite ahorrar. Clarín es un monopolio que tiene una sola voz en todo el país, de Ushuaia a La Quiaca. Tienen telefonía, internet, radio, diario, televisión. Compran los medios del interior y sin embargo elijen manejarse así.
Ahora estoy viviendo con la plata de la indemnización que me dieron, pero el futuro para mi sigue siendo una incógnita.