Se hincha la garganta de bronca e indignación cuando se le pega así, sin reparo ni escrúpulos, a la educación. Duele. Cuanto más injusticia más lucha y para terminar con la cuestión la única propuesta del gobierno: la represión. Lastima la repetición incansable de la misma historia, como un mal dejavú, como si nos fallara la memoria.
Sin embargo, no es la memoria del pueblo la que pifia. Es en la lógica de los gobiernos ajustadores, apoyados en su aparato represor, en donde descansa el meollo de la cuestión. Todos los años se replica cual cronología infinita y trillada la misma situación: recorte a la educación, reclamo docente, palo y a la bolsa.
Los trabajadores y trabajadoras de la educación chubutenses hace más de tres semanas que vienen reclamando por algo tan obvio como lo es el pago de sus salarios, las prestaciones de jubilaciones y el aguinaldo; también que se cumpla con las paritarias prometidas, que se invierta en las escuelas destruidas, que se implemente el transporte estudiantil gratuito y que se regularice el funcionamiento de la obra social.
Las desesperadas maniobras del gobierno provincial de Mariano Arcioni por desarticular la lucha docente son evidentes. Así, el 16 de agosto, durante un corte de ruta, dos representantes del gremio docente ATECH fueron detenidos de manera arbitraria y liberados horas después. Primer llamado de atención para las y los maestros.
El amedrentamiento continuó el 4 de septiembre. Mientras las y los docentes de Chubut cortaban la ruta bajo la fría madrugada patagónica en la rotonda de la 3 y 26 de Comodoro Rivadavia, un grupo de patoteros que se decían petroleros, comandados por el presidente de Petrominera Jorge Ávila, avanzaron iracundamente contra el corte. Así lo cuenta Guillermo Williams, uno de los docentes protagonistas:
“Se nos vinieron encima y se desató la violencia. En ese momento nos dimos cuenta que no eran trabajadores del petróleo. Fuimos empujados de manera violenta hacia los costados de la ruta, ellos abriéndose paso intempestivamente, callando los gritos y llantos de las mujeres con amenazadas y puteadas”.
¿Y la policía? Aseguró la jugada y dejó a su suerte a las y los docentes en una zona liberada.
Guillermo continúa: “la intención no era solo correr a la gente, sino destruir todo signo de la protesta docente: tiraron la comida, desarmaron a patadas y palazos los precarios refugios y quemaron todo. Un compañero fue tomado de los hombros por uno de ellos mientras le advertía: ‘flaco, vayansé. Estos tipos no son petroleros y no son del sindicato, estos tipos son matones contratados y vinieron a cagarlos a piñas’”.
Doce horas después, más de 30.000 comodorenses se volcaron a las calles en repudio al mafioso accionar del gobierno provincial y de Ávila, en una de las marchas más grandes que la ciudad haya visto. En el resto del país, miles y miles salieron a las calles a acompañar, provocando un paro nacional.
¿Por qué Chubut, una provincia tan rica y con baja densidad poblacional, no garantiza la distribución del ingreso y condiciones dignas para la educación? La receta, cual modelo macrista, es simple y conocida: endeudamiento crónico y trabajadores/as que ganan menos para que los empresarios, quienes realmente gobiernan la provincia, ganen más. Negocio redondo.
Nuestro grito poderoso para las y los maestros de Chubut, ¡que se escuche que somos multitud!