Somos nuevamente nosotras las que nos organizamos, la que luchamos, brotamos, gritamos, producimos y feriamos. Somos nosotras, las mujeres luchadoras que en el 2001 bancamos los cortes y las asambleas, las olvidadas de la historia oficial, las inundadas de la desidia estatal.
Somos las luchadoras de la economía diaria, que tejido tras tejido y artesanía tras artesanía salimos a bancar la parada en esta fiesta para pocos. Somos las vecinas de los barrios empobrecidos, con poco asfalto y muchas luces.
Escribimos estas líneas con los dedos ásperos, con la garganta anudada por el grito que quiere salir al pronunciar cada palabra.
¡Nos robaron el pan y la leche! ¡A nuestras abuelas y abuelos ya no les alcanza ni para los medicamentos! La crisis que azota a nuestras villas no es una tormenta, presidente: es su gobierno, que se caga en la gente.
El contexto nos obliga a priorizar la comida. Por eso vamos a los Canjes a intercambiar ropa usada por mercadería. Porque es mentira que en los barrios no sabemos de economía.
¡Qué distinto sería si fueran ministras nuestras vecinas! Que cuando el salario se achica y el mes se estira, igual se las ingenian para que los chicos coman dos veces al día.
Pero las palabras no alcanzan para llenar la panza. Por eso, en Barrio Chalet de Santa Fe, el domingo pasado realizamos nuestra segunda Feria Poderosa para fortalecer la economía popular. La Santa Fe húmeda de tanta injusticia acumulada.
Feriamos porque no podemos quedarnos en casa comiéndonos la bronca, viendo los ojos brillosos de nuestros pibes y pibas con la cuchara en una mano y el plato en la otra ¡Acá nos organizamos para llenar la olla!
Ofrecemos nuestros productos y estrechamos vínculos solidarios con las vecinas unidas en un solo abrazo de esperanza que se contagia de risa multiplicada. Y así es como el silencio se hace grito y el grito rebelión.
Somos nuevamente las azotadas por la feminización de la pobreza las que estamos haciendo historia y no de soslayo: ¡abajo Macri y sus lacayos!
