Mientras algún iluminado ataca la discriminación, levantando un alambrado entre La Quiaca y Villazón, nuestros hermanos bolivianos siguen parados de manos ante propios y extraños, reinventando su realidad, sin espejitos ancestrales: diez años de dignidad, con los gritos de Evo Morales. Diez años, sin claudicar, “porque no podemos olvidar de dónde venimos, ni el saqueo que padecimos, ni tanto sufrimiento, ni 5 siglos de sometimiento”. Diez años, sin callarse nada, “porque si la coca fuera yanqui, estaría legalizada”. Diez años, sin rendirles culto, “porque Monsanto sigue siendo un insulto”. Diez años de orgullo plausible, sin el chamuyo de la mano invisible y bondadosa, que todavía anda vendiendo prisiones de libertad: “La Poderosa va creciendo desde la marginalidad, porque así nacieron todas las revoluciones de la humanidad”.
26 diciembre, 2015
, Plan 3000
La mano visible del Estado
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