Actor de su propio guión, artista «por amor a la revolución», vive comprometido y sin calma, pues a quien habitara la piel del Che Guevara le «rompe el alma» el caso de los «tres chicos asesinados en Guadalajara». Consciente de que se debió «a la ausencia del Estado», no cree a quienes aseguran que la matanza fuera «porque estuvieron en el lugar equivocado, porque entonces, cualquier parte de México es el lugar equivocado». ¿O acaso fue la única vez? ¿No hubo una masacre, nunca antes? ¿En el 2014, no desaparecieron 43 estudiantes? Sin caerse del mapa, sabe donde está parado García Bernal: «En Ayotzinapa, estuvo involucradísimo el gobierno a través de la Policía municipal». Pero su visión no es estrecha, pues considera que la patria es su vecina: «Desde el 2006 hasta la fecha, hubo más desaparecidos en mi país que en la dictadura argentina». ¿Se transforma la gestión raquítica? No, se perfecciona «la narcopolítica». Pero, ¿cuál es la raíz de tanta desgracia? «No tenemos los estamentos básicos para una democracia».
Un chavo mexicano que lleva la actuación en la sangre por descendencia familiar, el compromiso con su gente por descendencia histórica y la rebeldía en las palabras por su descendencia latinoamericana, nos sorprendió caminando por las calles de la Ciudad de Buenos Aires. ¿Era él? Por sus anteojos grandes de marco negro, el bigote prolijo y su estampa de galán, supimos que sí. Era él. Gael García Bernal, a nuestro alcance y ante la posibilidad de arrancarle algunos minutos de su vida saturada de compromisos. Sin embargo, ni bien intercambiamos las primeras letras en la puerta del teatro, descubrimos que no deberíamos arrancarle nada: él solito nos brindaría esa pluriculturalidad que, a partir de su labor actoral, cultivó recorriendo el mundo cinematográfico sin desprenderse nunca del amor por su tierra natal.
«Antes de empezar, platiquemos un poquito», nos dijo. Y eso hicimos, ¿o acaso se esperaba un cuestionario rígido? «En el barrio Villa Guadalupe, de Zapopan, Guadalajara, nació nuestra primera asamblea poderosa en México, con un cuadrazo vecinal que se llama Elvira, sosteniendo un comedor y una escuelita para los más pibes”, le comentamos, sin esperar la respuesta: «¡Qué locura! Pues me encantaría conocer. Crecí ahí desde niño». Platiquemos, pues.
–¿Qué recordás de Zapopan?
–Es una ciudad colonial, bonita, muy pueblerina, con calles empedradas, parques hermosos, llena de árboles que crecen en el medio de ellas, y que ahora ya es parte de Guadalajara. Se come muy rico además, ¡a toda madre! Es… ¿qué te puedo decir? Es donde conocí al mundo. Allí, además está surgiendo unos de los movimientos más importantes en organización política.
–¿Qué movimiento?
–El que lidera Pedro Kumamoto, primer diputado estatal independiente que busca ser elegido senador. Fue increíble, pero su campaña sólo contó con 1.500 dólares y salió primero con más 50 mil votos para la Representación Popular de Jalisco. Era un chico de la universidad que fue tocando puertas y hacía las asambleas en los parques.
–México atraviesa un momento sociopolítico muy difícil que denunciaste ante la ONU, ¿por qué te paraste en ese lugar?
–Pues había que hacerlo, porque la situación no da para más. En las cuestiones éticas y morales lo que sucede es insostenible. Se ha demostrado que desde el 2006 hasta la fecha existen más desaparecidos de los que hubo en Argentina durante la última dictadura. ¡Más de 30.000!
–¿Cómo está resistiendo la sociedad mexicana una realidad tan adversa?
–Es la parte interesante y optimista de este desmadre, porque existe una sociedad civil robusta, fuerte y organizada que le hace frente a los problemas. Eso sorprendió a quienes nos escucharon en la Organización de las Naciones Unidas. Muchos no entienden cómo puede ser que pasen muchas cosas malas, a pesar de que México tenga una constitución tan buena: somos el país con más tratados, no sólo de Derechos Humanos sino también comerciales. Fui a la ONU para pedir que en los casos donde existe una altísima impunidad se interviniera, en el mejor sentido de la palabra. Que suceda al igual que en Guatemala o Nicaragua, lo cual fue bastante beneficioso porque logró que haya una fiscalía autónoma. No puede ser que México tenga una gran economía y un potencial cultural tremendo, pero carezca de los estamentos básicos para una democracia.
–En varias oportunidades exigiste la aparición de los 43 de Ayotzinapa, ¿en qué marcó a la historia del país esa masacre?
– No comparto la consigna de «fue el Estado». Más bien, fue la falta de Estado la que hizo que esto sucediera. Lo que pasó se conoce porque el FBI había pinchado el teléfono de quienes los desaparecieron. La impunidad con la que se manejaron llegó al extremo de matar… o desaparecer a 43 chicos. ¿Quiénes hicieron esa labor sucia y por qué no se hicieron públicas sus identidades? Parece que la Policía municipal estaba involucradísima y no se sabe si también el Ejército. Con la estructura narcopolítica del alcalde, al fin de cuentas, todo puede ser posible.
–¿Cómo dañaron a la causa las versiones que buscaron instalar?
–Es una fea analogía, pero el caso representa la puntita del iceberg. Hace poco asesinaron a tres chicos en Guadalajara, y ese tipo de cosas te rompen el alma. Lo que se dice de ellos es que «estaban en el lugar equivocado». Entonces todo México es un lugar equivocado, o sea, vivir ahí es equivocado. Llegamos hasta ese punto. En Argentina los organismos de Derechos Humanos generan una fuerte búsqueda de los desaparecidos por la dictadura y luchan para que no le suceda a nadie más. En mi país, en los últimos años surgieron algunas organizaciones como el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad que encabezó el poeta Javier Sicilia, tras el asesinato de su hijo en 2011 por el crimen organizado. Él llevó adelante la gran labor de sentar a las personas para dialogar, esparcir la voz y mostrar el cansancio que existe en la sociedad.
–¿Resurgirá algo positivo de las cenizas?
–Ya se está sintiendo ese resurgir. Ahora tenemos una elección en la cual podemos apostar, lo que me parece fenomenal, a que perderá el PRI (NdeR: el Partido Revolucionario Institucional, del actual mandatario Enrique Peña Nieto, gobernó al país desde 1929 y sólo se mantuvo fuera del poder entre el 2000 y 2012). Debemos lograr que pierda por goleada. Además, se han generado dos aparatos importantes, pero sobre todo el de Manuel López Obrador, que viene constante desde hace doce años creando un gran movimiento. Aunque últimamente se alió con gente impresentable y ha girado en una especie de conciliación con unos tipejos… A pesar de que siento que falló en este sentido, votaré por él, a sabiendas de que debemos ser críticos y señalar los errores.
«¡Qué Chingón!», exclamó al ver el papel picado que llevamos para homenajear a los 43 en la producción de fotos. No le importó que nos habíamos excedido del tiempo estipulado ni que la función estaba por empezar. Se relajó para la sesión fotográfica y su grito por los normalistas quedó eternizado en las imágenes y en el silencio del hermoso Coliseo, testigo de un alarido que continúa retumbando e implorando el fin de la impunidad.